dijous, de juliol 13, 2006

El origen (y la autora) perdidos

Bé, com que estava molt intrigada m’he baixat “El Origen Perdido” de Matilde asensi per veure in situ quines eren les afirmacions escandaloses que feia sobre la teoría de l’evolució...Les comparteixo amb vosaltres...No m’he llegit el llibre sencer però aquestes són les principals:


— Bueno, la teoría de Darwin no deja de ser sólo una teoría — comenté— . Si, a estas alturas, hubieran
podido demostrarla, sería la ley de Darwin.



Pero lo cierto era que a mí el tema de Darwin siempre me había interesado: ¿no resultaba
sorprendente pensar que jamás había sido encontrado ni uno solo de los miles de supuestos eslabones
perdidos que hubieran hecho falta para demostrar la teoría de la evolución, y no sólo de los seres humanos
sino de todo tipo de animales o plantas? Algo querría decir eso y a mí me parecía muy curioso.

Espereu que ara ve LA TRACA:


-Pero, Gertrude -protestó-, ¡no puede haber pruebas contra la evolución! ¡Es ridículo, por favor!
-Lo que no hay, Marta -dije yo-, son pruebas de la evolución. Si la teoría de Darwin hubiera sido demostrada
ya -y recordé que le había dicho lo mismo a mi cuñada Ona no hacía demasiado tiempo-, no sería una
teoría, sería una ley, la Ley de Darwin, y no es así.
-Hombre... -murmuró Marc, mordisqueando una hierbecilla-, a mí nunca terminó de convencerme eso de
que viniéramos del mono, por muy lógico que parezca.
-No hay ninguna prueba que demuestre que venimos del mono, Marc -le dije-. Ninguna. ¿O qué te crees que
es eso del eslabón perdido? ¿Un cuento...? Si hacemos caso a lo que nos contaron los Capacas, el eslabón
perdido seguirá perdido para siempre porque nunca existió. Supuestamente los mamíferos venimos de los
reptiles, pero de los innumerables seres intermedios y malformados que debieron existir durante miles de
millones de años para dar el salto de una criatura perfecta a otra también perfecta, no se ha encontrado
ningún fósil. Y pasa lo mismo con cualquier otra especie de las que hay sobre el planeta.
-¡No puedo creer lo que estoy oyendo! -me reprochó Lola-. ¡Ahora va a resultar que tú, una mente racional
y analítica como pocas, eres un zopenco ignorante!
-Me da igual lo que digas -repuse-. Cada uno puede pensar lo que quiera y plantearse las dudas que le dé la
gana, ¿o no? A mí nadie puede prohibirme que pida pruebas de la evolución. Y, de momento, no me las dan.
Estoy harto de oír decir en la televisión que los neandertales son nuestros antepasados cuando,
genéticamente, tenemos menos que ver con ellos que con los monos.
-Pero eran seres humanos, ¿no? -se extrañó Marc.
-Sí, pero otro tipo de seres humanos muy diferentes a nosotros -puntualicé.


-¿Y qué pruebas eran esas que encontraron los fundamentalistas de tu país, Gertrude? -preguntó Lola con
212
curiosidad.
-Oh, bueno, no las recuerdo todas de memoria ahorita mismo. Lo lamento. El que estemos hablando sobre
lo que nos contaron los yatiris me ha hecho refrescar viejas lecturas de los últimos años. Pero, en fin, a
ver... -Y se recogió con las manos el pelo ondulado y sucio, sujetándoselo sobre la cabeza-. Una de ellas era
que en muchos lugares del mundo se han encontrado restos de esqueletos fosilizados de mamíferos y de
dinosaurios en los mismos estratos geológicos (23), cosa imposible según la Teoría de la Evolución, o huellas
de dinosaurios y seres humanos en el mismo lugar, como en el lecho del río Paluxy, en Texas (24). Y otra
cosa que recuerdo también es que, según los experimentos científicos, las mutaciones genéticas resultan
siempre perjudiciales, cuando no mortales. Es lo que decía antes Arnau sobre los millones de seres
malformados que harían falta para pasar de una especie bien adaptada a otra. La mayor parte de los
animales mutados genéticamente no permanecen con vida el tiempo suficiente para transmitir esas
alteraciones a sus descendientes y, además, en la evolución, harían falta dos animales de distinto género
con la misma mutación aparecida en sus genes por azar para asegurar la continuación del cambio, lo que es
estadísticamente imposible. Ellos admiten que existe la microevolución, es decir, que cualquier ser vivo
puede evolucionar en pequeñas características: los ojos azules en lugares de poca luz o la piel negra para
las zonas de sol muy fuerte, o que se tenga mayor estatura por una mejor alimentación, etc. Lo que no
aceptan de ninguna manera es la macroevolución, es decir, que un pez pueda convertirse en mono o un ave
en reptil o, simplemente, que una planta dé lugar a un animal.
(23) «El origen de los mamíferos», National Geographic, abril de 2003. La Vanguardia
de junio de 2002, sección «La Vanguardia de la Ciencia», artículo de la Agencia
Rumania aporta nuevas pruebas sobre la coexistencia de dinosaurios y mamíferos
(24) Hans-Joachim Zillmer, Darwin se equivocó, Timun Mas, Barcelona, 2000.



En fi, em sembla un clar exemple de no entendre res de en què consisteix l’evolució, que l’autora es pensa que és com una mena de sèrie de transformacions lamarckianes...Llàstima que aquestes coses arribin al gran públic....I bueno, les patades a la genética i al concepte de mutació són alucinants també...En fi, aquestes coses cabrejen molt, son per escriure-li una carta a l’autora... I dir-li que les seves fonts bibliogràfiques (Timun Mas i La Vanguardia potser no són les més adients....).


PD: Continuo en ratxa. M'han posat una multa de 95 euros i he perdut dos punts del carnet per excès de velocitat (excuses...). Ueeee... XDDDD

2 Comentaris:

Blogger Anna va dir...

flipo.

sin comentarios.

no només no entèn res, sinó que a sobre s'ennorgulleix de la seva ignorància i es valora amb frases tals com "tengo derecho a hacer preguntas". Vale, però també té l'obligació de buscar la resposta més enllà del seu cervellet de mosquit!!!

grrrrrrrrrrr!!!!!!!

amb lo que m'agradaven els seus altres llibres!!!!

divendres, de juliol 14, 2006 3:18:00 p. m.  
Blogger Anna va dir...

per cert, us recomano: www.talkorigin.org

divendres, de juliol 14, 2006 3:52:00 p. m.  

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